En 1799, luego de su exitosa campaña militar en Italia y lleno de gloria y fama, Napoleón Bonaparte lleva a cabo un golpe de estado que termina con el Directorio e instaura el Consulado, ejecutivo de tres cónsules. A partir de entonces, las monarquías europeas reanudarían sus esfuerzos militares con nuevas y más fuertes coaliciones político-militar para derrotar a las fuerzas Napoleónicas. Desde 1792, en plena Revolución Francesa, hasta junio de 1815, hubo un total de siete coaliciones armadas en contra de Francia; cada vez que las potencias europeas pactaban una alianza o coalición en contra de Francia y Napoleón, se iniciaba una nueva guerra, que terminaba en un tratado de paz, la cual duraba poco, para iniciar nuevamente las hostilidades. Debido a su genio militar y audacia, Napoleón Bonaparte emergió triunfador en todas las batallas y campañas militares hasta el año 1812, donde tuvo su primer traspié con su desastrosa campaña militar de Rusia, done fue diezmado por el peor de los enemigos: el gélido invierno ruso, que lo congelaba todo, perdiendo el 80% de sus mejores hombres, más el parque, armamento y animales de monta y carga.
Aunque intentó reorganizar su diezmado ejército, Napoleón recibió otro duro golpe en la Batalla de Leipzig en 1813 en manos del ejército Austro-Ruso. Luego de escapar de su exilio en la isla de Elba, en el Mediterráneo, el general francés recuperó el trono de emperador, el cual conservaría por sólo cien días más, ya que sería finalmente derrotado en Waterloo, Bélgica, por el ejército anglo-prusiano, comandado por Arthur Wellesley, el duque de Wellington, y el General Blücher.
Exitos militares de Napoleón: batallas de Rívoli (1797), Pirámides (1798), Marengo (1800), Austerlitz (1805), Jena (1806), Eylau (1807), Wagram (1809), etc.
Derrotas militares: batallas de Leipzig (1813) y Waterloo (1815).
Campañas militares desastrosas: campaña peninsular en España y campaña militar en Rusia de 1812.
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